Un grupo de militantes de La Libertad Avanza (LLA), vinculados a la concejal quilmeña Estefanía Albasetti, protagonizó un preocupante episodio de violencia el pasado 14 de octubre en la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ). Estos individuos, que nada tienen que ver con la comunidad universitaria, irrumpieron en una asamblea estudiantil para desatar el caos y agredir a los más de 500 presentes.



En una imagen difundida posteriormente, se puede ver a Albasetti posando junto a los militantes responsables de los ataques, quienes admitieron no ser estudiantes de la universidad. Estos mismos militantes fueron vistos el día del ataque actuando como si fueran “guardias de seguridad”, vigilando y acechando a quienes participaban de la asamblea. Luego de los incidentes, aparecieron en medios de comunicación junto a la concejal, victimizándose y negando su participación en los actos violentos.
Esta situación resulta más grave al recordar un reciente antecedente. El 26 de septiembre, Albasetti publicó un mensaje en redes sociales incitando explícitamente a la violencia: «No lleven niños porque vamos a repartir palo y gas pimienta», haciendo referencia a la segunda marcha universitaria del 2 de octubre. Este repudiable tweet dejó en evidencia su actitud provocadora y desmedida, pero fue minimizado por algunos sectores. Hoy, sin embargo, los hechos ocurridos en la UNQ lo colocan en un contexto más alarmante.

El ataque y el agresor
Durante la asamblea que comenzó a las 19:00 horas, estudiantes, docentes y nodocentes se encontraban deliberando pacíficamente sobre las futuras medidas de fuerza. En ese momento, militantes de LLA ingresaron al salón con un megáfono, interrumpiendo el desarrollo normal de la reunión y generando un clima de tensión. Ante esta situación, la asamblea votó para pedirles que se retiraran pacíficamente, algo que los militantes se negaron a acatar.
La situación rápidamente se tornó violenta. Los militantes de LLA comenzaron a agredir verbal y físicamente a los presentes, y mientras se retiraban, uno de ellos arrojó gas pimienta dentro del espacio cerrado, afectando gravemente a gran parte de los asistentes. Muchos estudiantes sufrieron dificultades respiratorias y algunos debieron recibir atención médica. El cartucho de gas pimienta utilizado quedó en manos de los estudiantes, quienes confían en que será clave para rastrear su origen y que la justicia pueda actuar en consecuencia.
En un video que circula ampliamente en redes sociales, se puede ver el momento exacto en el que uno de los militantes de LLA arroja el gas pimienta. Este mismo individuo ha sido identificado como una persona que, días atrás, participó en protestas frente a la agencia estatal Télam, exigiendo su cierre. Lo más indignante es que, minutos después de perpetrar el ataque en la UNQ, se fotografió en las inmediaciones de la universidad fingiendo haber sido agredido, en un intento por desviar la atención y presentarse como víctima.
Los hechos violentos vividos en la UNQ son inéditos en los 35 años de historia de la institución. Nunca antes una asamblea estudiantil había sido interrumpida de manera tan violenta, y menos por personas ajenas a la universidad. Este ataque, además de generar un profundo repudio en la comunidad universitaria, plantea serios interrogantes sobre el uso de la violencia como herramienta política y la participación de figuras públicas como Albasetti en la instigación de estos actos.
El mismo día de los hechos, medios como Clarín se hicieron eco de la gravedad de la situación, señalando la violencia ejercida por militantes identificados con La Libertad Avanza, en un contexto en el que los discursos de odio y la normalización de la violencia parecen estar en ascenso.
La comunidad universitaria y las autoridades locales exigen que se investigue a fondo lo sucedido y que los responsables sean llevados ante la justicia. Mientras tanto, la UNQ continúa siendo un bastión de resistencia democrática, pero con la clara convicción de que hechos como este no pueden ni deben repetirse.
Este ataque coordinado, claramente vinculado a la concejal Albasetti y sus militantes, debe ser entendido como parte de una estrategia más amplia para desestabilizar los espacios de diálogo y disenso en las universidades públicas. Frente a esta escalada de violencia, es fundamental que la justicia actúe con celeridad y que las instituciones democráticas protejan estos espacios de aprendizaje y discusión, esenciales para el futuro del país.