Este sábado, la movilización por los derechos de las diversidades sexuales y las mujeres toma las calles en un contexto marcado por retrocesos en políticas públicas y derechos conquistados en los últimos años. La convocatoria, que en otras ocasiones se vive como una celebración y un espacio de visibilidad, se transforma esta vez en un acto de resistencia frente a un escenario político y social que ha comenzado a mostrar signos de retroceso en materia de igualdad y protección de derechos.
Desde las primeras horas, la concentración se llenó de banderas, pancartas y consignas que resaltan la diversidad y la lucha. Entre quienes se suman a la marcha, se encuentran activistas que han estado presentes desde las primeras manifestaciones por la igualdad de género y los derechos de las diversidades. Para ellos, esta marcha tiene un significado particular. “Nos encontramos aquí no solo para festejar, sino para recordarle al país que estos derechos son fruto de luchas históricas y que no estamos dispuestos a retroceder”, expresó Silvia, una activista que participa en las marchas desde los años 90.
Algunos de los participantes compartieron que la movilización de este año está teñida de una mezcla de orgullo y preocupación. “Vivimos en una época de conquistas recientes, como el matrimonio igualitario y la Ley de Identidad de Género, que hoy se ven amenazadas por ciertos discursos y decisiones políticas que buscan limitar nuestra libertad y derechos”, comentó Juan, integrante de una organización LGBTQ+. “Esta marcha es una forma de decir que no vamos a permitir que nos arrebaten lo que hemos logrado”.
Entre las múltiples voces que se escuchan en la marcha, resuenan también las de aquellos que luchan por derechos fundamentales, como el acceso a la salud, la educación sexual integral y el aborto legal, seguro y gratuito. “Estos no son temas de agenda secundaria; son derechos humanos y necesitamos que el Estado los garantice para todos, especialmente en contextos donde los sectores más vulnerables quedan desprotegidos”, enfatizó Luisa, otra manifestante que lleva más de una década asistiendo a las movilizaciones.
Este año, la marcha también reúne a jóvenes que participan por primera vez, motivados por la convicción de que sus derechos deben ser respetados y defendidos. “Es importante estar aquí, especialmente para nosotros, los jóvenes, que estamos viendo cómo ciertos discursos buscan retroceder en cosas que para nosotros ya eran un derecho ganado”, compartió Agustina, de 19 años.
Organizaciones sociales y referentes de los derechos humanos destacaron que la movilización de este sábado es también un llamado a la unidad y a la visibilización de las luchas de las minorías. A lo largo del recorrido, las consignas expresan no solo la reivindicación de derechos ya adquiridos, sino también el reclamo por políticas que amplíen y protejan estos derechos en momentos de incertidumbre.
Para muchos, esta marcha se ha convertido en una afirmación de que la igualdad y la dignidad no son negociables. La jornada avanza entre cantos y testimonios que recuerdan que la lucha es histórica y que, mientras existan amenazas a los derechos, habrá quienes se levanten para defenderlos.
La movilización de este sábado quedará grabada como un recordatorio de que la celebración y la resistencia pueden ir de la mano. En palabras de Lucía, una activista que ha sido testigo de años de lucha: “Este es nuestro día para decirle al país y al mundo que no estamos dispuestos a volver atrás. Seguiremos marchando por cada derecho conquistado y por los que aún están pendientes”.