Un informe privado alerta sobre el desfasaje de los salarios frente a una canasta actualizada de inflación

Un informe privado alerta sobre el desfasaje de los salarios frente a una canasta actualizada de inflación
Un informe privado alerta sobre el desfasaje de los salarios frente a una canasta actualizada de inflación

Un informe privado ha puesto en evidencia que los salarios en Argentina continúan quedando rezagados frente al costo de vida, cuando se miden en función de una canasta de bienes y servicios actualizada en lugar del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del INDEC. Si bien el IPC oficial es una herramienta estadística confiable y representativa de la inflación, su cálculo está basado en una canasta de consumo que data de los años 2004 y 2005, lo que puede distorsionar el verdadero impacto de los aumentos de precios en el bolsillo de los ciudadanos.

En las calles, el sentimiento es evidente: «El dinero no alcanza», dicen muchos, a pesar de que la inflación ha mostrado señales de desaceleración en los últimos meses. Las quejas no solo se centran en los salarios bajos, sino también en las altas tarifas de servicios esenciales. En las últimas horas, los precios de bienes y servicios clave para las familias han vuelto a registrar incrementos: la nafta subió un 4%, las prepagas casi un 8%, mientras que las tarifas de luz y gas subieron 2,5% y 2,7% respectivamente. El agua incrementó un 4% y los taxis aumentaron un impactante 50%.

Estos servicios, que hoy representan costos fijos habituales en el presupuesto de las familias, no tienen el mismo peso específico en el IPC general. Esta situación ha generado que, incluso con una inflación que se desacelera, el impacto en el poder adquisitivo sea notoriamente mayor para quienes deben cubrir estos gastos mensualmente. Según el informe, los hábitos de consumo han cambiado drásticamente desde los años 2004-2005, cuando la canasta del IPC fue elaborada, y hoy en día incluyen costos que anteriormente no tenían el mismo peso o directamente no existían, como las prepagas o el uso extendido de combustibles.

Los analistas económicos subrayan que, en este contexto, la disparidad entre el IPC oficial y el costo de vida real hace que los incrementos salariales se vuelvan insuficientes. Si bien los sueldos han subido, el poder adquisitivo se erosiona rápidamente cuando se tienen en cuenta los incrementos en bienes y servicios esenciales, que afectan directamente la vida diaria de las personas. Además, los especialistas advierten que el impacto es mayor en los sectores medios y bajos, para quienes una mayor parte de su ingreso se destina a estos costos fijos.

La preocupación en torno a la inflación y el poder adquisitivo ha generado cuestionamientos sobre la necesidad de actualizar la canasta utilizada en el IPC, de manera que refleje de forma más precisa los gastos actuales de los hogares argentinos. Sin embargo, esta tarea resulta compleja y requiere tanto tiempo como recursos específicos para construir una canasta representativa de los hábitos de consumo de la población en la actualidad.

Mientras tanto, las subas de tarifas y el desfasaje entre los salarios y los costos reales de vida siguen generando preocupación en los hogares y reclamos en las calles. La pregunta de fondo sigue siendo la misma: ¿cuánto queda del salario después de cubrir los gastos esenciales? Y en un contexto donde estos gastos crecen constantemente, la respuesta parece ser cada vez más desalentadora.