En la mañana del jueves, previo a la publicación del alarmante informe del INDEC sobre los niveles de pobreza e indigencia en el país, el vocero de la Casa Rosada, Manuel Adorni, se refirió a la creciente crisis económica. “Hay que entender que la inflación es empobrecimiento, es más pobreza para todos y para los más pobres. La mejor manera de luchar contra la pobreza es primero luchar contra la inflación”, aseguró Adorni en declaraciones que reflejan la postura oficial del Gobierno.
Sin embargo, a contramano de este planteo, varios economistas han señalado que la estrategia actual para contener la inflación se centra principalmente en políticas que agravan la recesión, con una caída significativa de los ingresos y del consumo. Según estos expertos, una recesión profunda, combinada con salarios en descenso y la pérdida de empleos, no solo no mejora las condiciones sociales, sino que empeora la situación de los sectores más vulnerables.
El dato del INDEC, que se esperaba fuera desastroso, ha vuelto a encender el debate sobre las prioridades de la política económica del país. Mientras el Gobierno insiste en que controlar la inflación es la clave para revertir la pobreza, los críticos alertan que sin medidas complementarias que apunten a sostener el empleo y los ingresos, las condiciones sociales seguirán deteriorándose.
El desafío de reducir la inflación, en medio de un contexto de recesión, genera preocupación no solo entre los especialistas, sino también en la sociedad que ya sufre las consecuencias del creciente costo de vida y la precarización laboral.