Crisis en la gastronomía porteña: cada vez más restaurantes cierran por la caída del consumo

La gastronomía de la Ciudad de Buenos Aires atraviesa uno de sus peores momentos en años. Con mesas vacías, caída del turismo y una demanda que no repunta, cada vez más restaurantes cierran sus puertas o ponen sus locales en venta. La retracción del consumo golpea a todos los rubros, incluso a los más populares, y genera alarma en el sector.

Según datos privados, el consumo en restaurantes se contrajo un 20% desde marzo, y la tendencia no parece revertirse. “Nunca fue tan caro salir a comer afuera”, afirmó el economista Néstor Margariños, quien precisó que los precios del rubro aumentaron un 16,5% interanual en abril, un 45% medido en dólares, y un 20% por encima de los alimentos en general.

Mientras tanto, las personas empiezan a elegir alternativas más económicas, como bodegones o pizzerías. Sin embargo, incluso allí la caída se hace sentir. Gustavo Levinson, secretario general de la Asociación de Pizzerías y Casas de Empanadas, señaló que el consumo cayó un 5% mensual desde marzo, aunque el sector aún logra mantenerse en equilibrio. “La pizza y la empanada resisten mejor la crisis, pero la gente gasta menos: por ejemplo, ya no piden bebidas”, explicó.

Uno de los rubros más afectados es el de las parrillas, que sufren directamente el impacto de los fuertes aumentos en el precio de la carne. Algunas dejaron de ofrecer cortes como vacío o lomo, porque ya no pueden trasladar al consumidor los incrementos que aplican los proveedores. El IPCVA informó que la carne vacuna subió un 24% en el primer cuatrimestre y un 60% en el último año.

Desde una reconocida parrilla porteña aseguran que Buenos Aires se volvió cara tanto para turistas como para los propios argentinos, por efecto del dólar bajo. “Pasamos a ser Suiza”, ironizaron, y advirtieron que cada vez es más difícil sostener los locales abiertos.

La situación también fue descrita como “desesperante” por Santiago Olivera, dueño de locales como Sans y Diggs. “La caída del consumo es enorme. El turismo, que era clave para nuestra facturación, prácticamente desapareció. Este año lo transitamos a pérdida y ya tuvimos que cerrar uno de nuestros restaurantes”, sostuvo. Solo en el último mes, asegura haber visto al menos cinco cierres en su entorno cercano.

Olivera también advirtió que los costos se dispararon y que los márgenes ya no permiten bajar precios. “El menú ejecutivo completo bajó de $19.000 a $17.000, pero no se puede reducir más”, explicó.

El panorama tampoco es alentador para las cafeterías, pese a su visible proliferación. “En muchos barrios hay al menos una por cuadra, pero eso no significa que todas estén funcionando bien”, aseguró Prieto. Advirtió que el sector muestra señales de saturación: “Es un rubro con barrera de entrada muy baja, muchos abren pensando en una salida rápida, pero el mercado ya no crece y la competencia es feroz”.

Con un consumo en baja, servicios dolarizados y sin políticas que reactiven la demanda, la gastronomía porteña vive una de sus peores crisis desde la pandemia. Y la incertidumbre reina: los empresarios aseguran que nunca vieron algo igual.